Acaso sea hora de reconocer que no entendemos al paĂs. Nos hemos acostumbrado a una nueva normalidad de 20 mil homicidios al año, de un salario mĂnimo de cuatro dĂłlares diarios, una economĂa informal que es mĂĄs de la mitad del producto, cotidianas acusaciones de corrupciĂłn, crecimiento mediocre, elecciones que ahondan la crisis de legitimidad, sistemas de educaciĂłn y de salud pĂșblica arruinados. Y no hay en el espacio pĂșblico ni siquiera el esbozo de un futuro distinto, mĂĄs allĂĄ de la fantasĂa.
Nuestro confuso presente es resultado del largo proceso de disoluciĂłn del rĂ©gimen de la RevoluciĂłn Mexicana. Resultado de una transiciĂłn hecha de entusiasmo, quimeras, equĂvocos, generosas confusiones. En algĂșn momento, en los Ășltimos treinta años, perdimos de vista al paĂs âes urgente volver a mirar.
Los ensayos que reĂșne este volumen tienen sĂłlo ese propĂłsito. Mirar de nuevo, para identificar al menos lo que no entendemos.