En "Teodicea", el mĂĄs relevante de sus libros y una de las cumbres del pensamiento filosĂłfico y teolĂłgico del Occidente cristiano, Leibniz nos presenta a un Dios que en su creaciĂłn del mundo ha seguido el plan mĂĄs digno de merecer su preferencia. Un Dios convertido en optimizador global de la economĂa del universo, que ha hecho y hace lo mejor que es posible. Un Dios definido como una instancia trascendente sometida, a pesar de sus infinitos poder y sabidurĂa, a unas determinadas «constricciones» lĂłgicas. El debate de la "Teodicea" se acentuĂł a raĂz del terremoto de Lisboa de 1755, que costĂł 250.000 vidas. En ese marco hay que situar el vibrante alegato de Voltaire contra el «optimismo» leibniziano.