Luego de un lúgubre silencio, su corazón recuperó los latidos. Sus párpados se abrieron dando paso a una sombrÃa mirada que no reconocÃa frente al espejo. Abrumado por la hermosa y compleja noche que despertaba sus sentidos, valoró dejarse llevar por el fácil consuelo del frenesà de la sangre... o recordar a quién pertenecÃa aquel rostro desconocido.