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Aventuras y desventuras de un pícaro arahalense en la América española del Siglo XVII

E-bog


Pedro Chamijo o Chamizo, también conocido como Pedro Bohórquez; producto de su tiempo; de un siglo XVII convulso a nivel político, social, religioso y económico… En la España del esplendor de la miseria, nacieron pícaros, truhanes, embaucadores… Nuestro personaje fue uno de ellos. El pueblo español exalta su genio en la adversidad, la verdad es que los autores de este libro no han encontrado documentos en los cuales se pruebe que este nuestro protagonista naciera en Arahal, sin embargo, existen autores como bien se plasma en esta obra, que sostienen que era hijo de Arahal. Por este motivo los suscribientes de este libro, hijos de Arahal también, toman como propio al personaje y dejan recogidos los diversos escritores que han hablado de Pedro como nacido en Arahal y de los que niegan que naciera en esta localidad sevillana. De todas formas, como bien dice uno de los autores de este libro, Francisco Morillas Caro, Arahal es un pueblo de artistas. Si tuviéramos que dar una definición de en qué consiste el arte podríamos decir que el arte consiste en ser diferente…Y Pedro lo era en grado sumo, como verá el lector conforme vaya hojeando las páginas de este libro. De orígenes humildes llegó a ser rey de los incas calchaquíes, de plebeyo en España a rey en América. Engañó a los gobernantes españoles, a los jesuitas y a los propios calchaquíes. A todos ellos les dijo lo que querían escuchar, pero las mentiras tienen las patas muy cortas. Al final fue ejecutado en Lima por los españoles, por sus compatriotas. ¿Mereció la pena morir de esa manera? Quizás para un hijo de esta época morir fuera una liberación, en las épocas de adversidades, el ser humano teme menos a la muerte. Viene a nuestra memoria una anécdota histórica que le ocurrió a Julio César, en una ocasión, en el Senado de Roma se discutía el tema de qué clases sociales romanas tenían que aportar soldados a sus ejércitos, la discusión llegó a un punto enconado entre los senadores; ante lo cual Julio César intervino diciendo: a los legionarios romanos hay que reclutarlos entre los campesinos, porque aquellos que han gozado menos de las dulzuras de la vida, temen menos a la muerte…