Marcos Alpersohn es el anti-Gerchunoff. Sus memorias (cuya 2da parte aquí se ofrece) están escritas con furia. Los protagonistas no son idealizados "gauchos judíos" sino inmigrantes de carne y hueso, colonos desgarrados en la dura lucha con una tierra, un país y una estructura nada piadosos. Y Alpersohn cometió además una herejía imperdonable: despojó del bronce al Barón de Hirsch, denunció a sus representantes (los administradores y directores), enfrentó a la organización creada por la JCA y fustigó al Barón mismo, con palabra afiebrada y tono profético, aunque ante su muerte supiera a la vez lamentar la pérdida de ese padre severo, temido y amado. Más severo con los propios que con los ajenos, Alpersohn describió también a los colonos con pinceladas que van desde la admiración a la repulsa.