Berta acepta el traslado a una residencia al ver cómo los recuerdos de sus 88 años empiezan a desaparecer de manera imparable. Allí conocerá a Rosita, una mujer con una energía extraordinaria y un pasado difícil de olvidar.
Ese primer día, tras escuchar la noticia de una posible ruptura conyugal dentro de su círculo, Berta advierte que existe una terrible maldición que persigue a las mujeres de su familia: una separación vaticina una muerte.
Desde ese momento, Berta, su hija, su nieta y su bisnieta, acompañadas de Rosita y Malena, la mejor amiga de toda una vida, se unirán para dar con la razón de semejante amenaza con la imprudente inocencia de no reparar en el riesgo que entraña conocer la verdad.
El verdadero reto de Berta consistirá en hacer realidad un último deseo antes de olvidarlo.