Como todos los autĂłnomos, nuestro protagonista es un ser luchador, acostumbrado a hacer frente a los palos de la vida. Alguna vez le acusan de derrotista, pero en realidad, no existe un solo autĂłnomo que lo sea. Y es que esta forma de vida no estĂĄ hecha para todo el mundo. SĂ, es cierto, los autĂłnomos gozan de una gran libertad para disponer de su tiempo, pero nunca sabrĂĄn lo que van a cobrar a fin de mes y aprovecharĂĄn hasta las fiestas de cumpleaños de los niños para hacer «networking». AĂșn asĂ, por muy mal que haya ido el dĂa, por muy floja que vaya la semana y por muy mala pinta que tengan los siguientes meses, un autĂłnomo de pata negra nunca tira la toalla. Y, al enterarse de a lo que tienen que renunciar sus colegas asalariados en nombre de la «estabilidad», sabe que su elecciĂłn ha merecido la pena.