Pentti Saarikoski escribe una carta a su mujer en la que le cuenta todo lo que experimenta y piensa durante algunas semanas que pasa en DublĂn, la ciudad de James Joyce, quien estĂĄ muy presente en todo el relato. De una forma abierta, sincera y cercana, habla de esa ciudad que le fascina, de otras mujeres, de su adicciĂłn al alcohol, entre otras muchas cosas. En el libro desea ser Ă©l mismo, ser molesto, decir lo que salga de su boca, pues siente que un discurso lĂłgico y moderado no surte efecto. Su prosa es sencilla y potente, a veces habla como un niño, otras cual filĂłsofo, pero a su lado el lector siempre se siente cĂłmodo. Saarikoski no sabe blasfemar ni ser grosero o malvado, por mucho que lo intente; Ă©l camina por donde camina.