El mal no se limita a la guerra o a las circunstancias en las que se actĂșa bajo una presiĂłn extrema. Hoy en dĂa se manifiesta con mĂĄs frecuencia en la insensibilidad cotidiana ante el sufrimiento de los demĂĄs, en la incapacidad o el rechazo a comprenderlos y en el desvĂo casual de la mirada Ă©tica.
En una vida en la que los ritmos estån dictados por las guerras de audiencia, la banalización de la cultura y un consumismo acérrimo, rara vez tenemos tiempo para detenernos a considerar temas importantes, por lo que corremos el grave riesgo de perder nuestra sensibilidad ante los problemas de los demås.
Esta indagación sobre el destino de nuestra sensibilidad moral serå de gran interés para cualquiera que se preocupe por los cambios mås profundos que estån moldeando silenciosamente nuestras vidas.