Veintisiete letras pueden integrar una red de sentidos,un universo imaginario que al ser leído se convierte en materia imaginada: la escritura es un acto doble que mediante palabras permite tal evocación. Cuatro piezas narrativa componen estas historias de literatura intimista cuya mano es femenina. Las cadencias y los ritmos de su prosa provienen de la sensibilidad propia de una escritura -origen que no cancela la norma canónica donde se establece que sólo hay dos tipos de literatura: la buena y la mala, ademas de un hecho esencial en el cual quien escribe debe acabar disolviéndose en la sustancia impersonal de su creación. El cuadrante que María Colin ofrece en estos cuentos debe leerse como otras tantas puertas hacia formas posibles cuando las voces narrativas se presentan a partir del interior de los personajes, empleando tres voces gramaticales al modo de puntos de fuga para contar desde una narradora omnisciente que escudriña a sus creaturas, una segunda persona que convoca al lector a penetrar en sus laberintos como un desdoblamiento de espejos, un yo que confiesa las peregrinaciones sentimentales, los encuentros con aquella trémula, sutil sustancia que llamamos existir.
Mal de espejos
Edwin Alcarás
bookSepultar tu nombre I (Sangre en la boca)
Daniel Ángel
bookQuince relatos sobre diálogos supuestos
Vicenç Fisas Armengol
bookTragacanto
Alejandro Zapa
bookImprevisible azul
María J. Marrodán
bookHistoria de un niño… sin historia!
Claudio Omar Saffer
bookLa Chica de la Playa
Angel Roig
bookCuentos para viajar
Elsa Scarinci
bookEl hijo del diablo y otras crónicas
Carlos Martí
bookEl frasquito
Luis Gusman
bookParraia Tercera
Saskia Luengo De Andrade
bookLas rosas sin sembrar
Iván José Otero Alfonzo
book