En este estudio sobre las cárceles de Lima entre 1850 y 1935, Carlos Aguirre reconstruye las influencias sociales, culturales y doctrinales detrás de las formas en que se trataba a los delincuentes, la implementación –parcial y llena de contradicciones– de proyectos de reforma carcelaria, y las estrategias desplegadas por los reclusos para enfrentar la experiencia de la prisión.
Aguirre sugiere que el funcionamiento de las cárceles de Lima revela la naturaleza contradictoria y excluyente del proceso de modernización por el que atravesó la sociedad peruana durante ese período. Una combinación de brutalidad e indiferencia caracterizó el trato a los delincuentes y el funcionamiento de las cárceles pasó a depender de una serie de negociaciones y arreglos arbitrarios y frágiles entre autoridades y detenidos.
Al final, la iniquidad y el abuso prevalecieron y las cárceles de Lima se convirtieron en bastiones del autoritarismo, la exclusión y el ejercicio arbitrario del poder; pero, al mismo tiempo, constituyeron espacios en los que los presos pusieron en práctica formas creativas de resistencia y desafío contra la deshumanización y el abuso.