Un motivo central inspira esta colección de sonetos: hacer poesÃa con el material de todos los dÃas. Entre la variedad de temas, los lectores hallarán la pasión irrenunciable por la belleza, el atractivo horror de lo monstruoso, la alabanza a la vida, un lamento por las cosas descompuestas y un elogio a las que funcionan. Hay sonetos de amor y sonetos filosóficos, perspectivas trágicas y notas minimalistas. Hay un soneto al carpe diem, en compañÃa de Sor Juana. Hay hedonismo. Hay poemas elevados y cómicos, hay los que son un bálsamo reparador y otros que pintan el terror de la más honda angustia. Hay agradecimientos a mansalva, sarcasmos, sentidas declaraciones de pasmo, y un soneto, uno, que si hubiera Cielo (con mayúscula, que quede claro) mi poema me abrirÃa sus puertas de par en par (pero, previsiblemente, no lo hay, o no como lo imaginamos). No habrÃa que aspirar a otro cielo que el del poema en la maravilla de su progreso… En términos de procedimiento, si algo priva (incluidas –aquà y allá– la facilidad y la torpeza), es un deleitoso afán de juego. De ahà el libre uso de lo socarrón y burlesco, tal como se muestra en la excesiva extensión de algunos tÃtulos. Muchos de estos sonetos quieren ser versiones amenas, con su punto de caricatura y su apunte al vuelo de una sabidurÃa que es, acaso, la del lugar común.
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