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«—Ay, padre querido —exclamó MarÃa al fin—, ¿a quién le pertenece ese encantador hombrecito que está junto al árbol? —Ese caballero estará al servicio de todos ustedes, querida hija. Con sus dientes es capaz de romper las nueces más rÃgidas.
Aquel sofisticado hombrecito pertenecÃa a la familia de los Cascanueces y ejercÃa la misma profesión de sus ancestros.
—Puesto que el amigo Cascanueces ha elegido ser tu favorito, lo dejaré bajo tu custodia y cuidado.
De inmediato, MarÃa lo tomó entre sus brazos».