El abuso de poder se ejercĂa en el Sodalitium Christianae Vitae, organizaciĂłn catĂłlica peruana, desde una relaciĂłn asimĂ©trica en la que se aprovechaba una situaciĂłn de fragilidad, debilidad o inferioridad. Era el abuso de la confianza desde una posiciĂłn de poder, en la que Luis Fernando Figari y otros jerarcas, asumiendo roles de "padres", de "guĂas espirituales", de "instructores", de "consejeros", de "confesores", de "formadores", de "superiores", iban anulando el pensamiento crĂtico de sus seguidores. Ello, en el Caso Sodalicio, se daba bajo un ropaje religioso para someter a menores de edad o adultos jĂłvenes a travĂ©s de mĂ©todos de captaciĂłn y de manipulaciĂłn, a los que luego se sumaban mecanismos de coerciĂłn que apelaban al maltrato fĂsico y psicolĂłgico, con el propĂłsito de hacerse de sus mentes y de sus cuerpos. En los casos extremos, una vez que los adeptos habĂan sido moldeados y quebrantados en su voluntad, y emasculados de su espĂritu de independencia, se producĂan los abusos sexuales perpetrados por algunos de los lĂderes de la instituciĂłn.
Este abuso de poder se prolongĂł durante cerca de cuarenta años, y se desarrollĂł gracias al silencio cĂłmplice de una cĂșpula indolente, la anuencia de lĂderes inescrupulosos y la indiferencia de las mĂĄs altas autoridades del clero que prefirieron mirar hacia otro lado en lugar de enfrentar esta cultura totalitaria en la que la violencia hizo metĂĄstasis y se convirtiĂł en "normal".