La torre de Babel, sĂmbolo del poder de los hombres, estĂĄ siendo construida. En un pequeño pueblo alejado de la gran ciudad, JosĂ© el mago y Tohea, su ayudante, asisten al nacimiento de las lenguas prestĂĄndose a los juegos de los niños del lugar. Los arquitectos de Babel creyeron que con las palabras alcanzarĂan la realidad divina, pero las palabras y las lenguas son valores relativos; cuando los cĂłdigos cambian, los hombres ya no pueden entenderse espontĂĄneamente. Las palabras no son realidad. Eso lo saben intuitivamente los niños... y los magos.