Salvador Novo es sin duda una de las figuras más fascinantes y enigmáticas de la literatura mexicana contemporánea, al grado de que ha merecido la atención crítica de personajes de la altura de Octavio Paz, Carlos Monsiváis y Guillermo Sheridan, por mencionar sólo unos cuantos. Sin embargo, quizá debido al amplio espectro de géneros y registros que Novo abarcara, o al propio descreimiento suyo respecto de su poesía —o de la poesía en general—, así como por su extrovertida homosexualidad en una época abiertamente intolerante contra la misma, y sus controversiales posiciones políticas, el enigma Novo subsiste hasta nuestros días, y sin duda el muy original y provocador ensayo de Luis Felipe Fabre, Escribir con caca, ocupará de inmediato un lugar prominente en la bibliografía dedicada al poeta coahuilense. A través de un exhaustivo pero lúdico repaso de la vida y obra de Novo, Fabre reivindica el carácter subversivo de su analidad, de una escritura que el propio Paz denominó como «escribir con caca», en un México posrevolucionario cuyas vanguardias artísticas continuaban dominadas por el arquetipo del macho y su virilidad. En cambio Novo, a través de su poesía y de sus sonetos escatológicos, mordaces, inmisericordes principalmente consigo mismo, combinó como nadie una prodigiosa sensibilidad con una originalidad transgresora, que lo llevó a incorporar a su obra elementos sucios, plenamente viscerales, que a través de su precisa escritura resuenan en lo más hondo de nuestros anhelos y miedos más soterrados. Al final, a partir de la magistral forma en que el presente ensayo imbrica la vida y la obra de Novo como si fueran una y la misma cosa, en la mente del lector probablemente quedará resonando una imagen que utiliza Luis Felipe Fabre para describir «La renovación imposible», uno de los poemas más emblemáticos de Novo: «…un poema que es también la negación del poema, pues parecería irse borrando al tiempo que se escribe».