Actualmente los avances científicos y tecnológicos están cambiando la manera en que el ser humano se relaciona consigo mismo, con los otros y con el mundo en general. La comunicación entre las personas se da cada vez más mediada por una máquina -en ocasiones la máquina no solo es el medio que permite la comunicación entre humanos, sino que es un agente de la comunicación como tal-. Además, se ha logrado crear robots de altísima complejidad que cada vez adquieren mayor apariencia humana, lenguaje, capacidad de raciocinio (inteligencia artificial) e incluso cuentan con autoconsciencia de su cuerpo y capacidad de aprendizaje. Asimismo, la salud de los seres humanos depende en modo creciente de las máquinas -desde la conexión a dispositivos externos, hasta cirugías a distancia ejecutadas por robots quirúrgicos, pasando por la implantación de órganos artificiales-. Finalmente, gracias a la ingeniería genética, a la biotecnología y a la robótica, el ser humano se
encuentra sufriendo transformaciones físicas: trasplantes, prótesis, regeneración celular, fecundación in vitro, criogenia y clonación, entre otras. Algunas de estas transformaciones, en la cuales el hombre está en vías de lograr producirse en masa y de perpetuar su vida -biológicamente, fácticamente, más allá de cualquier denuncia sobre la alienación o cosificación del hombre y de cualquier pretensión de trascendencia- permiten afirmar que no solo se está modificando el cuerpo del hombre sino que el hombre mismo está siendo transformado; razón por la cual resulta necesario repensar qué es el hombre, visto en la situación actual que he descrito.