El siglo XV, en las coronas de Castilla y Aragón, finaliza con la implantación de los tribunales de la inquisición, para dar cumplimiento al mandato del Papa. Estos años serán el punto de inflexión donde confluyan la edad media y la edad moderna. La Fe y la justicia pasarán a formar un conjunto simbiótico que va a ser normativizado mediante la creación de un derecho procesal nacional por parte de los sucesivos inquisidores.
Derecho que pretende adaptarse a los principios nacientes a la luz de la nueva etapa histórica que está por desarrollarse en la monarquía hispánica y que se aleja de la legalidad canónica cuando ésta no prevé ciertas garantías que emanan de esos principios.