(10)

Juego perverso

E-book


DecidiĂł que serĂ­a la mujer fatal que Ă©l creĂ­a que era


Muy pocas personas se atrevían a desafiar al magnate griego Zak Constantinides. Era el dueño de un imperio hotelero y le gustaba tenerlo todo bajo control. Cuando vio que la diseñadora de interiores de su hotel de Londres iba detrås del dinero de su hermano, decidió tomar cartas en el asunto y trasladarla inmediatamente a Nueva York.

Emma tal vez tuviera más de un vergonzoso secreto, pero no estaba interesada en el hermano de Zak ni en su dinero. Decidida a bajarle los humos a su arrogante y despótico jefe, aceptó el trabajo que le ofrecía en Nueva York