(3)

Jugar con fuego

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Sofia estaba sentada junto al fuego. Ahora las llamas la amenazaban. No eran cĂĄlidas y agradables, y ella sabĂ­a por quĂ©. En la oscuridad, tumbada sobre una manta, se encontraba Rosa, su hermana mayor, que estaba enferma. De todos los hermanos, Rosa era a quien ella querĂ­a mĂĄs. Rosa tenĂ­a diecisiete años, tres mĂĄs que Sofia. con ella podĂ­a hablar de todo y reĂ­an a menudo. Rosa podĂ­a contar cosas que a Sofia todavĂ­a no le habĂ­an pasado. En especial cuando tenĂ­an que ver con aquello que llamaban amor. Y Sofia escuchaba y guardaba en la memoria todo lo que Rosa le decĂ­a. Sofia mirĂł las llamas e intentĂł comprender quĂ© le ocurrĂ­a a Rosa. Todo el mundo se ponĂ­a enfermo de vez en cuando. Pero esta vez parecĂ­a que las llamas trataban de contarle algo. Y Sofia sintiĂł miedo