El 18 de julio de 1981 un avión de carga Canadair CL-44D Swingtail de la empresa argentina Transporte Aéreo Rioplatense desapareció misteriosamente sobre la República Soviética de Armenia mientras realizaba un vuelo entre Teherán (Irán) y Larnaca (Chipre). Cuatro días después, un noticiero televisivo informó en Moscú que un avión de procedencia no identificada había ingresado en territorio de la Unión Soviética cerca de la ciudad armenia de Ereván y que, tras chocar en el aire con otro aparato soviético, se había estrellado e incendiado.
Esa críptica información daba inicio a una de las historias más impactantes y menos conocidas de la aviación civil argentina: la del encubrimiento del derribo deliberado de un carguero civil que estaba siendo utilizado como transporte clandestino de armas norteamericanas entre Tel Aviv y Teherán en virtud de un acuerdo secreto celebrado entre los gobiernos iraní e israelí para burlar el embargo de material bélico impuesto por Estados Unidos a la recién formada República Islámica de Irán. Al encubrimiento soviético pronto se sumaron los gobiernos de Israel, Irán y los Estados Unidos.
Todos procuraron mantener el asunto en el más cerrado de los secretos. Lo mismo hizo el gobierno argentino que se abstuvo de denunciar ante los organismos internacionales el asesinato de tres de sus ciudadanos para no resentir las relaciones diplomáticas y económicas con Moscú, por entonces el principal comprador de cereales de nuestro país.
Tras cinco años de investigación, el historiador aeronáutico Gustavo Marón ha logrado exclaustrar archivos diplomáticos y documentos secretos con los que ha podido desentrañar este verdadero crimen de la Guerra Fría encubierto por cinco Estados.