Este librito bosqueja una historia revisionista de la institución universitaria chilena desde su primera instalación en 1622 y hasta la era digital, que comenzó en 1989. Advierte acerca de la inédita paradoja educativa que ella contiene. En las sociedades occidentales coincide hoy la mayor riqueza material con la mayor pobreza espiritual o intelectual de su sector dirigente, el que valora a la primera como un fin en sí mismo, no como un medio.
La pobreza espiritual o intelectual es efecto y causa de la creciente comercialización de las relaciones humanas. La filosofía y la historia serían despreciables porque no aumentan el valor comercial de producto alguno. La academia sonámbula "se pavonea y se agita" en dicho escenario.
¿Busca acaso la educación solo entrenar a la juventud para ganarse la vida? Y, si así fuera, ¿cómo negar que los mejores maestros serían las familias de delincuentes (que, por cierto, existen en todos los estratos sociales y ocupaciones)?
La educación es un ejercicio moral. Su objetivo es el florecimiento de la sociedad. Y su brújula es el pluralismo valorativo, que pretende formar personas autónomas, documentadas, agradecidas, honestas y trabajadoras, que promuevan el encuentro respetuoso, productivo (material tanto como espiritual o intelectual) del mayor número posible. Y que cuiden, con especial atención, a las personas que tienen menores oportunidades (y menores capacidades) para valerse por sí mismas.