Una hipótesis de la mafia.
Circulaba hace unos años un chiste que decía que la corrupción era como la paella, que se hacía en todas partes, pero en ningún sitio como en Valencia. Y así era. Escándalos ha habido en todo el país y casos más graves que los de la Comunidad Valenciana, también. Sin embargo lo que aquí ocurría tenía ingredientes irresistibles, unos protagonistas difícilmente explicables y una tímida respuesta social que nunca se acabó de entender. Ningún caso, por escandaloso que fuera, parecía afectar directamente al día a día de los ciudadanos, más bien al contrario. La percepción en la calle, alimentada por los medios, era que la fórmula nos beneficiaba a todos. La Justicia avanzaba muy lenta mientras el PP corría en Ferrari. En tiempos de bonanza económica, su apuesta generaba riqueza, puestos de trabajo, crecimiento, liderazgo e incluso, qué narices, mucha envidia. El dinero no era de nadie y la ganancia era de todos. Que la realidad estuviera podrida tras el telón poco importaba. Es realmente complicado ver lo que te rodea cuando te ciegan las luces de neón. Es imposible discutir con la boca llena de canapés de caviar. «La fiesta en Valencia no se acaba nunca», presumió en una ocasión un alto cargo del partido. Él también acabó procesado. Esta es la historia real del alcalde que contaba billetes en los asientos de su coche, del pijo adicto al dinero que desapareció del mapa para renacer convertido en un hippie anacoreta, del tuerto, el chatarrero y su gorila, la Perla y el conejo, de aquel gerente que gastó millones en sensuales «traductoras» rumanas, el empresario que se fugó a Moldavia o del constructor que corría en trikini por los pasillos de un hotel de Andorra con unas gafas de esquí: eslabones de una especie de cadena trófica en la que todos aceptaron nutrirse de los desechos de los demás. Unos se sentaron en la mesa del gran banquete y otros solo rebañaron el plato; todos parasitaron el sistema, pero ninguno abrió el pico porque si uno hablaba, ya saben, todos salían perdiendo.
Un relato fascinante de los diferentes niveles de corrupción en Valencia.
LO QUE PIENSA LA CRITICA
"El libro ‘La ciudad de la euforia’, del periodista Rodrigo Terrasa, recorre los escándalos de la trayectoria de políticos como Eduardo Zaplana, Carlos Fabra, Francisco Camps o Rita Barberá" - El Pais
"Un libro imprescindible para entender este país. Está brillantemente escrito, reúne gran cantidad de detalles y no le faltan el humor y la ironía. Tampoco falta el nombre o la historia de ningún político o empresario corrupto en Valencia. - Anna, Goodreads
SOBRE EL AUTOR
Rodrigo Terrasa Gras (Valencia, 1978) iba para número uno del draft en la NBA o estrella del rock, pero lo sacrificó todo por el periodismo. Empezó de becario en SuperDeporte y acabó fichando en 2001 por El Mundo para escribir sobre baloncesto... y golf. Ha firmado crónicas de vela, de mítines, noches electorales y juicios por corrupción. En 2007 empezó a trabajar en la edición digital del periódico y en 2015 se trasladó a la redacción de El Mundo en Madrid para escribir sobre política. En la actualidad es reportero de Papel, la revista diaria del periódico.