«Un melancĂłlico retrato de Palermo, un homenaje a los clĂĄsicos mediterrĂĄneos del gĂ©nero negro y una autopsia de los males de la sociedad. El culto, cĂnico y divertido La Marca es una eficaz mezcla entre Philip Marlowe y Woody Allen».
JUAN C. GALINDO, El PaĂs
«La Verdad es siempre revolucionaria, segĂșn dicen; incluida la verdad meteorolĂłgica». Y asĂ, por una casualidad, y a causa de un cadĂĄver tendido sobre la acera reciĂ©n lavada por la lluvia de un Palermo otoñal, Lorenzo La Marca se ve empujado a investigar un caso de homicidio en el milieu anticuario de la capital siciliana. Pero ya sabemos que Ă©l tiene su propio tempo: deambula por los sinuosos callejones de la ciudad ĂĄrabe y por las avenidas arboladas de Mondello, pone un disco de Chet Baker, vuelve a ver una pelĂcula de Bergman, toma un aperitivo en su terraza contemplando el atardecer sobre el mar de tejados y cĂșpulas... Y Ășnicamente entonces, como la evanescente y compleja arquitectura de un solo de trompeta, la trama va perfilĂĄndose en el aire.
MelodĂas, largometrajes, citas literarias... modernas mitologĂas y viejos anhelos con los que ese biĂłlogo de profesiĂłn, detective por casualidad y dandi por naturaleza que es La Marca homenajea a los clĂĄsicos del gĂ©nero negro de la mejor de las maneras: viviĂ©ndolos como una novela.