La irrupción del expresionismo abstracto o pintura de acción en los años cuarenta trajo consigo un cambio sustancial en las interpretaciones habituales del arte moderno, métodos y criterios historiográficos y críticos. En este marco la obra de Jackson Pollock ocupa el lugar más destacado y muchos de los nuevos estudios le están dedicados. Cabe afirmar que en torno a ella se produjo un verdadero debate. En el presente libro se recogen algunos de los más importantes momentos, ensayos, de ese debate. William Rubin, Director del Departamento de Pintura y Escultura del MoMA entre 1973 y 1988, responsable de algunas de las exposiciones más importantes de la época y una de las figuras más destacadas en el ámbito de la museografía, sitúa la obra de Pollock en la estela del impresionismo, el cubismo y el surrealismo. Sin ignorar la influencia del cubismo y el surrealismo, Clement Greenberg afirma la radical novedad de Pollock, mientras que Michael FitzGerald analiza sus controvertidas relaciones con Picasso en el ámbito del arte de Nueva York en los años cuarenta. Michael Leja aporta una perspectiva de corte psicologista y Rosalind Krauss se inclina por el formalismo.
La personalidad de Jackson Pollock acaparó la atención pública, que llegó a ver en el pintor una imagen "modélica" del artista contemporáneo: indómito, independiente, directo, ágil, dinámico, heterodoxo, sin raíces con la tradición, etc. Esta imagen se crea a partir de entrevistas y declaraciones, artículos en revistas no especializadas de gran circulación, como Life, Time o Vogue, los relatos de sus amigos, las fotografías y la película de Hans Namuth, en textos que se recogen en el presente libro, una antología que nos permite comprender tanto la obra de Pollock como su incidencia sobre el arte actual, así como la complejidad de este.