Acostumbrados a vivir en una ciudad mediana en el contexto europeo, con todos los servicios públicos al alcance de nuestra mano, con una sanidad, no gratuita, como se dice a veces, ya que la hemos pagado con nuestro trabajo a lo largo de nuestra vida, no podemos comprender lo que era la Pamplona de nuestros abuelos, la Pamplona de hace escasamente cien años, una fortaleza militar que vivía constreñida en el interior de unas murallas que la cercaban por completo.