En La reina sobrecogida, texto-umbral, relato-transferencia, Edouard Manet dialoga con quien se convertiría en la modelo mas famosa de la pintura francesa. Los umbrales literarios son territorios transitivos. Son interzonas o corredores que conducen a otra parte. Un texto muy dependiente, además, de las ondulaciones del habla, en realidad una armadura, un puente tan holgado que parece habitable. Manet habla con Victorine Meurent mientras la Olympia va manifestándose, pero el relato en sí es pura intensidad, pura profundidad descriptiva. Florece solo en la medida en que la mano de Manet se mueve. Y avanza hacia lo que el relato anhela ser: un sumario hiperdetallado para hacer algo que pertenecería más bien al ámbito del cine.
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