¿Lograría él superar su aversión al matrimonio?
El atractivo Sebastian Conway no estaba dispuesto a sentar la cabeza. Pero era el heredero de los Conway y el deber le exigía que dejara sus ocupaciones en Londres para atender la finca familiar de Cornualles: la mansión Pengarroth.
Durante una exclusiva fiesta, Sebastian conoció a la guapísima Fleur Richardson, una joven que se ruborizaba cada vez que le dirigía la palabra, pero con mucho carácter. Y se quedó embelesado con ella.
Quizá Fleur no tuviera potencial como amante, pero sí como futura señora de Pengarroth…