Un testimonio espeluznante sobre la actuación de los médicos para ejecutar la Solución Final en el más infame de los campos nazis del Tercer Reich.
27 de enero de 1945. Las tropas soviéticas entran por primera vez en Auschwitz-Birkenau y descubren con horror el principal centro de exterminio del Tercer Reich. Sesenta mil prisioneros serán liberados a su llegada, pero allí quedarán siete mil enfermos al borde de la muerte. ¿Cómo pudieron sobrevivir a ese infierno? ¿Qué papel tuvieron los médicos en la organización del campo?
Basándose en documentos inéditos y testimonios de supervivientes, Bruno Halioua demuestra la responsabilidad de los doctores de las SS en la Solución Final. Fueron ellos quienes cometieron las mayores atrocidades y quienes utilizaron a miles de personas como conejillos de Indias para sus experimentos.
Pero, por fortuna, también se produjo el movimiento inverso: el de los médicos deportados que, obligados por los nazis a trabajar para ellos, dieron muestra de un férreo carácter y se jugaron la vida para ayudar a los enfermos que había en Auschwitz. ¿Sus armas? Mentir, ocultar, robar y falsificar documentos. Pero ¿hasta qué punto estaban dispuestos a ceder para salvar vidas? ¿Debían aceptar la colaboración y entrar de esta manera en la llamada «zona gris», tan bien descrita por Primo Levi, con la esperanza de salvarse?