Esta diminuta obra diabólica que sostienes con tu abdomen contiene en sus entrañas un ser que cohabita conmigo, un ser que destierra mi complejo de "poca cosa" por unos perturbados, inspirados y confusos momentos que en mi ausencia se tornan Biblia.
Entablo así una conexión entre horrible y divina con esas cuentas pendientes que hay cada mañana en el espejo, mi parte izquierda del cerebro, mis números bloqueados y aquellos a los que mientras escribo esto, también bloqueo. Durante estos años inmerso en el proceso de buscar un exorcista serio... comencé sin saberlo a escribir pasajes que este horrible ente plasmaba en su primera obra maestra. Cada mañana en la víspera del sol anunciando el nuevo día brotaban de mi cuerpo sudores y angustias nuevas que replantearon la duda seria de mi mejoría. Como un regalo subido de abajo, nacían y crecían en el escritorio del ordenador mis poéticas locuras a lo Elliot Alderson, haciéndome replantear el cortar por lo sano o permanecer con gusto en lo enfermo...
Y ante la eterna indecisión, en vuestras manos lo dejo. Este compendio de palabras tuvo lugar durante un conflicto en el siglo XXI, donde solo esperaba calma y, después, solo obtuve diluvio.