Son muchos los productos culturales que problematizan la relaciĂłn que establecemos con las personas que realizan el trabajo domĂ©stico en nuestras casas, desde la reciente pelĂcula Libertad (Clara Roquet, 2021), la francesa La ceremonia (Claude Chabrol, 1995) o Los santos inocentes (Mario Camus, 1984), hasta la serie La asistenta (Molly Smith Metzler, 2021). Pero son los que idealizan ese mundo en la Ă©poca victoriana, la serie Downton Abbey o la mĂtica Arriba y abajo, los que han logrado asentar en nuestro imaginario la idea de un plĂĄcido y ordenado universo basado en la eficacia, la entrega incondicional y la integridad de los señores: nada mĂĄs lejos de la realidad.
Frank Victor Dawes, hijo de una criada que, como tantas otras, comenzĂł a servir a la edad de trece años, quiso investigar, en pleno apogeo de la serie Arriba y abajo en la televisiĂłn britĂĄnica, las razones de la ostensible disminuciĂłn del nĂșmero de personas empleadas en ese sector en el Reino Unido (del casi millĂłn y medio hasta la Primera Guerra Mundial a los menos de cien mil de ese momento). Para ello publicĂł en 1972 un anuncio en el Daily Telegraph en el que solicitaba a cualquiera que hubiese trabajado como personal domĂ©stico que le enviara cartas en las que contara sus vivencias. La respuesta fue tan abrumadora que dio lugar al fascinante recorrido que propone Nunca delante de los criados, un retrato del trabajo domĂ©stico a lo largo de cien años a partir de los testimonios de sus protagonistas: doncellas, mayordomos, institutrices, cocineras, lacayos y tambiĂ©n algunos empleadores.
Los recuerdos que se desgranan en este libro son trĂĄgicos, cĂłmicos, evocadores, ridĂculos y, a veces, crueles, y conforman una historia social decisiva que corrobora la idea de que desde siempre se les ha tenido por trabajadores e incluso seres humanos de segunda.
Obligados a entrar en el servicio por necesidad econĂłmica, cuando la garantĂa de techo y comida lo convertĂa en la opciĂłn laboral preferente para las clases desfavorecidas, los empleados del hogar abrigaban un sentimiento de rencor contra el doble rasero que veĂan a su alrededor: elaborados alimentos que sĂłlo se les permitĂa comer cuando sobraba algo de la mesa de arriba; habitaciones bellamente amuebladas para la familia, comparadas con sus austeras buhardillas sin comodidades; largas e indefinidas jornadas aderezadas con el constante sonido de la campanilla, y pocas oportunidades de ocio y vida social o familiar. Clasismo e indefensiĂłn. Una existencia codificada hasta extremos inverosĂmiles, cĂłdigos que afectaban tanto al uniforme de trabajo como a la ropa de calle, y que exigĂan a los criados mutismo e invisibilidad cuando servĂan las cenas en el comedor noble. Las perspectivas y los niveles de vida de los patrones y de la servidumbre eran como la noche y el dĂa: la vida en el servicio domĂ©stico se parecĂa mucho a la vida en un convento.
Esta obra, tan entretenida como ilustrativa y desmitificadora, nos obliga a reflexionar sobre asuntos que tocan de lleno nuestro presente, como la precariedad laboral, la conciliación o el abuso sexual a las mujeres, y a determinar qué consideración social se les otorga a quienes, de forma delegada, se ocupan de los cuidados de nuestros seres queridos.
JUAN
3/25/2023
Interesante por el retrato de una Ă©poca y una sociedad ya desaparecidas, pero demasiado reiterativo con datos y situaciones