En 1915, en su primera novela, Fin de viaje, Virginia Woolf predecĂa: «HarĂĄn falta seis generaciones para que las mujeres salgan a la superficie». MĂĄs de un siglo despuĂ©s, aunque es indudable que en ciertas sociedades se ha avanzado, cabe preguntarse si la predicciĂłn se ha cumplido. En todo caso, mirar atrĂĄs, recordar el camino que abrieron las pioneras, y de quĂ© modo, siempre es Ăștil para dar nuevos pasos. Esto es lo que plantea Lyndall Gordon en Proscritas, donde ofrece ilustrativas y detalladas semblanzas biogrĂĄficas de cinco grandes escritoras que tomaron la palabra en una sociedad que habrĂa preferido que estuvieran calladas: Mary Shelley («Prodigio»), Emily BrontĂ© («Visionaria»), George Eliot («Rebelde»), Olive Schreiner («Oradora») y Virginia Woolf («Exploradora»). Trazando vĂnculos a veces dolorosos entre su vida y su obra, Gordon escarba en sus ambiguas relaciones familiares, en su deseo de educaciĂłn (rara vez cumplido con la ayuda de sus padres), en su concepciĂłn del anonimato, en su posiciĂłn frente a la jerarquĂa social, los hombres y el sexo, en su rechazo de los artificios de feminidad y en su indagaciĂłn productiva en el silencio y la sombra. En uno de sus Ășltimos libros, Virginia Woolf se declararĂa miembro de la Sociedad de las Proscritas, una organizaciĂłn secreta de mujeres que, como dice la autora de este libro, «invierte la idea romĂĄntica y doliente del proscrito aislado y propone, por el contrario, una causa comĂșn». Una causa que empieza con Mary Shelley y que acaba ampliando el feminismo «hacia una confrontaciĂłn con el poder en sĂ mismo».