Hay mujeres que creen que el silencio es la mejor opción para sobrevivir… aunque el silencio a veces termine por arruinarlas.
Las vidas de Luci, Sara y Flor se intercalan en esta novela para contar una historia en común, la de ese momento en la vida cuando algo se quiebra y hay un breve estallido, una tragedia que termina alterando no sólo la propia existencia, sino la de la gente a nuestro lado.
Luci era una niña cuando su mamá, una bailarina famosa, cayó fulminada por un aneurisma. Ni ella ni su padre, un comandante de la PGR, han sabido hablar del vacío que dejó. Cada uno intenta mostrarse fuerte frente al otro, ocultando así su dolor e impidiéndose cerrar el duelo.
Sara se casó con Fernando por amor, aunque, en el fondo, sabe que también lo hizo para mejorar su situación económica. Por su hijo, aunque le cueste admitirlo, siente una mezcla de rencor e indiferencia. El tenis es la única manera que tiene de sacar sus frustraciones y su soledad, hasta que un día se lesiona la espalda, volviéndose adicta a los calmantes que le recetó el doctor. En su afán de mantener la mentira de una vida perfecta no le cuenta a nadie de sus problemas.
Flor es una indígena otomí a quien su esposo, Toño, la abandonó por otra mujer. Desposeída de todo significado social y siendo la única que puede hacerse cargo de su nieta, Flor se ve orillada a dejar el pueblo porque sólo aceptan mujeres en su papel de esposas. Así es que, aunque no sabe hablar español, decide migrar a la Ciudad de México en busca de un mejor futuro.
En esta novela de Jill Begovich resuenan temas como el feminicidio, el narcotráfico y el racismo, al mismo tiempo que se plantea la frágil distancia que separa nuestro destino de los actos involuntarios de los demás.