Ellos son Liv y Cal.
Se conocen desde siempre. Sus familias son amigas, o algo así. Se odiaron de niños, pelearon, se volvieron a encontrar. Discuten a menudo y viven todo como una competencia.
No pueden tenerse ganas. Por supuesto que no. Sería asqueroso. Prohibido.
Son Liv y Cal.
Están hechos para ver quién gana el pulso o cual de los dos consigue lanzar más lejos la pelota. Otra cosa sería ridícula.
No pueden comerse los labios hasta querer estallar en mil pedazos, ni mirarse con las ansias de meterse bajo las sábanas a crear trazos con su sudor.
Eso nunca.
Juntarlos sería encender la llama para ver el mundo arder. Ellos no pueden tenerse ganas. Sería imposible. Mucho menos enamorarse.
Ah, pero son Liv y Cal y la vida no parece dispuesta a hacerles caso esta vez.