Tú no puedes darme la felicidad:
"—No te enfades. Te estoy hablando con sinceridad. Tu mujer gasta demasiado. Anda todo el día de cafetería en cafetería y comprando trapos. De modo que lo lógico es que tú te lo ganes debidamente. Además, eso de ir cobrando casa por casa, no es cierto. Tú llevas en esa cartera facturas para casas de negocios y lo lógico es que te veas con administradores o gerentes, no con amas de casa. Esas puertas particulares las cobro ya casi antes de ponerlas porque no me fío de las amas de casa y lo sabes perfectamente. Así que sube al auto y recorre esos despachos tan lujosos que yo he blindado.
—No te doy palabra de nada, padre. La cosa económica anda fatal."