Parodi estĂĄ destrozado.
Hundido por las muertes que no pudo evitar, el criminĂłlogo pasa los dĂas aferrado a los restos de su librerĂa como un nĂĄufrago. Pero cuando la fiscal Quaranta le da la noticia de la profanaciĂłn de la tumba de Ernesto, la apatĂa y la depresiĂłn se transforman en furia. El Lobo acaba de hacer su rentrĂ©e de la manera mĂĄs espectacular: con el fĂ©retro roto a hachazos y el cuerpo de su amigo sentado, acodado contra el cajĂłn y un brazo en alto señalando hacia una lĂĄpida con una cruz inclinada, sin fecha ni nombre.
El hallazgo pone a Parodi sobre la pista de personajes que preferirĂa haber olvidado: Lidia, los hermanos LĂłpez y el mismo Lobo.
Con una prosa que no da respiro, tal como hiciera en Los motivos del Lobo, Liliana Escliar despliega lo mejor de la novela negra y enfrenta a Parodi con un nuevo caso que involucra la adulteraciĂłn de medicamentos y la trata de personas.