¡Era imposible que él fuese el padre! Carlos Medina sabía que no podía tener hijos, pero Lilah Anderson insistía en decir que la noche que pasaron juntos había dado como resultado un embarazo. Y cuando ella se negó a echarse atrás, su honor de príncipe le exigió que reconociese a su heredero.
Cirujano, príncipe… a Lilah le daba igual el pedigrí de Carlos. Ella nunca había engañado a su amante, le había entregado su corazón sin pedir nada a cambio y Carlos quería casarse con ella sólo por su hijo. ¿Era demasiado pedir que le entregase también su amor?