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Una pandilla salvaje

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La lluvia no ha parado desde el miércoles en la mañana, apenas puedo escuchar el rasguño de mi lápiz sobre este cuaderno de matemáticas. Es un aguacero apocalíptico, como una pelea de dioses sobre mi techo. No es muy común que llueva de forma tan copiosa en una ciudad como Cali. Esta noche es, sin duda, la peor noche de tormenta eléctrica que puedo recordar.