El secreto está en lo que escribes y cómo lo escribes
Lee esto.
SON 300 PALABRAS JUSTAS.
Hace un tiempo conocí a una chica que estaba completamente chiflada.
Tenía encanto, pero estaba como un cencerro.
¿Y?
Espera, si entiendes la historia, este libro será una de las mejores
inversiones que harás en tu vida. Si no la entiendes, déjalo donde estaba
o le prendes fuego. Personalmente, me da lo mismo.
Allá va:
Resulta que esta chica trabajaba para una marca de cosméticos.
Y un día le dio por preparar muestras de los mejores productos,
muy bien empaquetados con una nota personalizada que dejó en
la puerta de cada uno de los vecinos de su edificio.
O sea, la gente abría la puerta, se encontraba una caja con cremas,
maquillajes y esas cosas, además de la nota personalizada de la loca.
¿Y?
Espera, no seas impaciente.
Sigo.
El caso es que todos los vecinos le respondieron dando las gracias.
La loca estaba muy feliz.
Las locas son así, les hacen felices cosas raras. No sé.
Pero al final del día, cuando parecía que todo había salido bien y que
todos los vecinos estaban contentos de tener una vecina loca y generosa,
uno devolvió la caja con una nota que decía: «Gracias por tu regalo, pero
creo que me estás intentando vender algo y odio la publicidad».
Oh.
Vaya disgusto.
La loca me escribió y me dijo:
«Isra, uno de mis vecinos ha rechazado el regalo, vaya bajón».
Entiendo que estés pensando «vaya idioteces le preocupan a la loca esta»,
te doy la razón, pero cuando me lo dijo se me ocurrió lo siguiente:
Todo el mundo odia la publicidad, hasta que quiere vender algo.
Isra Bravo.
Pues eso. Hay gente que dice que odia la publicidad. Esa gente muy lista
no es. Ahora, si has entendido esta historia, este libro te interesa.