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36 horas de vuelo, 12 días de paz

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Aprender a volar es todo un arte, se trata de elevarse, fallar y volver a intentar, los seres humanos no tenemos alas, pero podemos volar, buscamos la paz de alguna forma, pero nos damos cuenta de que no existen proyectos de paz, la paz es el proyecto. ¿Por qué en la primera caída nos damos por vencidos? ¿Por qué no trabajamos la empatía? La respuesta es simple, la paz constituye el fundamento de lo humano, en otras palabras, constituye lo que se vive en el espacio relacional, puesto que para lograr la paz primero se debe empezar a tener paz con uno mismo para poder transmitirla y reconocer las negaciones o aceptaciones del ser, cualquiera que sea la circunstancia. La negación es destructiva, cierra la inteligencia en la autodepreciación y la centra en la agresión. La aceptación es constructiva, amplía la inteligencia en el respeto y la centra en la colaboración. Estar en paz es ser honesto con quien eres y reconocer las diferencias, todo ser humano es capaz de conectar, pero hay que empezar con ser humano.