El almirante Luis Carrero Blanco fue más que el hombre de confianza de Franco: era un estratega, el responsable de todas las decisiones que permitieron la insólita longevidad de la dictadura. Suyos fueron, por ejemplo, los contactos iniciales con los norteamericanos y el Vaticano que pondrían fin al aislamiento internacional de España, la designación del príncipe Juan Carlos de Borbón como sucesor, el paso a un modelo capitalista conducido por los tecnócratas del Opus Dei o la Ley Orgánica del Estado de 1967, que pretendió afianzar la perdurabilidad del régimen.
José Antonio Castellanos relata, mediante un relato ameno y preciso, la vida de un dirigente cuya relevancia ha quedado opacada por su muerte violenta. Explora también su doble condición de victimario del franquismo y víctima de un atentado terrorista, circunstancia que ha determinado el modo en el que ha quedado instalado en la memoria ciudadana. Un hecho que, si bien ha ampliado su relevancia histórica, también ha desenfocado los aspectos fundamentales del personaje.