Que niños, niñas y adolescentes "aprendan a programar" o tengan un taller de robótica a contraturno parece haberse convertido en la llave que les abrirá las puertas del siglo XXI. ¿En qué medida es así? ¿Se inscribe esta tendencia en la larga lista de contenidos que cada tanto prometen "revolucionar" la educación? ¿Qué significa, para este mundo y para el que viene, enseñar y aprender a usar la tecnología? ¿Cómo incorporar estos contenidos en las escuelas, en currículos ya superpoblados?
Este libro original y necesario se sumerge en un área en construcción: la didáctica de las Ciencias de la Computación, que hoy se ha complejizado hasta incluir los algoritmos, la estructura de datos, las redes y arquitecturas de computadoras y, más allá, la robótica y la inteligencia artificial. Pero, sobre todo, estas páginas promueven una mirada sobre estos contenidos que supera largamente lo instrumental. Enseñar Ciencias de la Computación –y formar docentes para ello– tiene que ver con comprender la lógica de funcionamiento de la tecnología informática, poner manos a la obra para manejarla y crear a partir de sus posibilidades, pero también comprender sus implicancias sociales y políticas.
Con larga experiencia como parte del equipo de la Fundación Sadosky, pionera en llevar la computación a las aulas de todo el país, los autores y autoras de este libro despliegan, sin tecnicismos, un panorama exhaustivo que va de la filosofía a la aplicación práctica. Las preguntas que se hacen son desafiantes: ¿se puede gozar de una ciudadanía plena en el siglo XXI sin estos conocimientos? ¿De qué manera lograr una mayor presencia femenina en este campo? ¿Cómo vincular los contenidos escolares con el mundo del trabajo? El objetivo es ambicioso: que alumnos y alumnas adquieran el reflejo de "dudar de las promesas mágicas de la tecnología", que estén tan preparados para adoptarla como para rechazarla cuando advierten que les pide mucho más que lo que les da.