A 50 años de la publicación de Terra Nostra de Carlos Fuentes, Pedro Ángel Palou nos invita a adentrarnos de nuevo en la monumental novela que transformó para siempre el género de la novela en México y el mundo hispanohablante.
«INCREÍBLE EL PRIMER ANIMAL QUE SOÑÓ CON OTRO ANIMAL». Así comienza Terra Nostra, la obra maestra de Carlos Fuentes y nave central en ese complejo narrativo llamado «La edad del tiempo», nombre con el que el escritor organizó su monumental bibliografía de ficción. Medio siglo después, Terra Nostra no solo es un clásico —título que mereció de sus lectores y la crítica desde su publicación en 1975—, sino el capítulo mexicano de ese sueño y empresa de la literatura moderna llamado novela total.
Pedro Ángel Palou (autor de otro libro igualmente ambicioso: México. La novela) propone cinco claves para volver a este clásico desde la irreverencia y la certeza de que ningún lector sale indemne de Terra Nostra: el vértigo y la contextura barroca, la densidad del tiempo y una voluntad de comerse al mundo, todo ello se encuentra en esta catedral narrativa que, como uno de sus tantos habitantes, Felipe II, trata de reunir todo en un solo lugar: si el gran rey del imperio español lo intentó con la construcción de El Escorial, Fuentes respondió a ese anhelo de totalidad con una novela en la que se confunden el exceso de la lengua (española) y el lenguaje del exceso.
Antes que leerla como una obra incomprendida entre las grandes cumbres del boom latinoamericano —pese a estar en la misma liga que Conversación en La Catedral, Cien años de soledad, Paradiso o Rayuela—, Pedro Ángel Palou concibe a Terra Nostra como ese gran sueño cumplido al que hay que volver: a la vez mausoleo, palacio y laberinto; un edificio y un legado abiertos para las nuevas generaciones de lectores.
























