El mítico penal Santa Mónica, famoso por su ingente población de extranjeras, sus concursos de belleza y sus desfiles de primavera, es el hogar forzado de más de 1200 reclusas. Hacinadas entre rejas, cucarachas y guardias de seguridad, ellas intentan sobrevivir hasta el momento de recuperar la libertad. Santa Mónica es brutal, pero, una vez a la semana, en el día de visita, las puertas se abren y la vida inunda el patio de concreto, y da lugar a encuentros, besos, celos, peleas, regalos, venganzas, reconciliaciones.
Marco Avilés acudió durante un año a ese mismo patio y se sentó a conversar con innumerables ladronas, burriers y asesinas redimidas. Así conoció a María, una mujer que vendió a su hija recién nacida por el valor de un televisor viejo; a Alicia, una ecuatoriana que cada noche esperaba la visita de Mandigo, el fantasma de un policía violador; a los hombres que cada sábado llegan con regalos y la esperanza de encontrar una novia agradecida; y fue testigo de romances epistolares, como el de Daysi y su insólito pretendiente, el Descuartizador de San Juan de Lurigancho.
En las quince crónicas que conforman Día de visita, Avilés derriba los muros de la prisión y les devuelve la humanidad perdida a sus protagonistas.