Prácticas de resistencia en el arte del siglo XXI.
Un artista es incapaz de producir nada si no hay un viento que hinche sus velas. Y ese viento tiene que ser precisamente el que sopla en ese momento, no el viento del futuro.
¿Una frase de Bertolt Brecht en el comienzo de un recorrido por el presente más candente del arte? Es que no puede ecualizar mejor esa idea lo que Elena Oliveras propone en su nuevo libro, trabajo que no en vano dedica "a todos los artistas que luchan por hacer del mundo un lugar más justo". La autora de La metáfora en el arte profundiza sus búsquedas, enfocando la problemática estética desde una perspectiva más específica y urgente: la que considera la posibilidad de construir un mundo mejor, sanando las heridas que surgen de una precaria valoración de la vida con la creación de conciencia a través de la acción artística.
En Distopías y microutopías Oliveras repasa una agenda al rojo vivo, sacando de la matrioshka del arte político aquellas cuestiones que hoy son centrales: el consumo desenfrenado, el negacionismo climático, una violencia de rasgos holísticos, la sociedad de las pantallas y el insólito reto que nos propone la sencilla idea de vivir juntos. Como bien nos dice la autora: "Las prácticas artísticas de resistencia, al mostrar zonas críticas del mundo de hoy, que nos duelen, no quedan en el mero registro sino que también se dirigen al futuro, dada la tendencia natural del ser humano a la felicidad. Estimulan esa directriz que cada individuo guarda en su interior y la convierten en aspiración trascendente que vale la pena practicar".