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El asedio animal

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En Hukuméiji, cerca del río Don Diego y el mar Caribe, la lluvia torrencial despierta la memoria de sus habitantes mientras los deslaves arrastran lodo, casas y cadáveres. En este poblado del norte colombiano, el cuerpo de los seres humanos experimenta el placer y el deseo, pero también es el terreno donde el horror de la violencia imprime los castigos más brutales y permanentes. A los protagonistas de estas historias les han arrancado algo: les arrebataron a sus seres queridos, las piernas o la tierra; pero aun sintiendo en la carne la presencia de sus pedazos faltantes, se empeñan en recordar sus historias mientras buscan otras formas de comunicarse, amar y seguir viviendo. Con una prosa tan cruda como fascinante, Vanessa Londoño escribe el cuerpo mutilado como un sistema para explicar la pérdida, un camino para evocar la empatía y, en ese lenguaje compartido del gozo y el dolor carnal, comprender la ausencia o la muerte, el despojo, la injusticia y la brutalidad con que, en el territorio general de la violencia, el poder pretende administrar el paisaje, el dolor y el deseo.

"Hace muchas décadas que los colombianos conviven con la violencia, una violencia que se encarniza contra el cuerpo: el social, el individual y, sobre todo, el de las mujeres. ¿Cómo formularla sin caer en la estadística o el estereotipo? Con un lenguaje acotado, coloquial y culto, Vanessa Londoño logra una exacta metáfora narrativa para resucitar, gracias a la escritura, el fantasma de los cuerpos mutilados". Margo Glantz

"¿Cómo narrar la violencia, el avasallamiento de los cuerpos, la guerra sorda contra los despojados? ¿Cómo narrar la miseria de los poderosos? ¿Cómo narrar una vez más tanta sangre derramada en Latinoamérica? Vanessa Londoño lo consigue con un lenguaje exquisito y lírico hecho con la materia de la lengua coloquial transformada en una poética. El asedio animal es heredera de Rulfo y Asturias, las palabras suenan con una música particular y encantadora e invita a ser leída en voz alta". Selva Almada