Rob J. Cole, un joven londinense del siglo XI que pertenece a una familia de carpinteros, queda huérfano a los nueve años y con la responsabilidad de cuidar de sus cuatro hermanos menores, a quienes va encontrando hogar. Una vez solo coincide con Henry Croft, un cirujano barbero que deambula por Inglaterra montando espectáculos y dedicándose a ejercer de curandero para vender un ungüento milagroso y del que se convierte en aprendiz. Con Henry Croft comparte viaje, cartel y beneficios hasta que el maestro muere. Y es entonces cuando conoce a Benjamin Merlin, un médico judío que le alenta a superarse y hacer realidad su sueño, y que le habla del más eminente médico de la remota Persia: Ibn Sina o Avicena. Rob, llevado por su pasión por sanar y aliviar el dolor, llega a Oriente donde se hará pasar por judío y adoptará el nombre de Jesse ben Benjamin, para no destacar como europeo y poder hacer realidad su sueño: estudiar medicina en la madraza de Ispahán.
Noah Gordon nació el 11 de noviembre de 1926 en Worcester, Massachusetts, y se licenció en Periodismo y Letras en la Universidad de Boston. Realizó una intensa labor de articulista que le llevó a colaborar con The Boston Herald y The Worcester Telegram.
El reconocimiento internacional le llegó con El Médico (The Physician), novela que iniciaba la saga de la familia Cole, completada posteriormente con Chamán y La Doctora Cole. Es un novelista de reconocido éxito mundial, cuyo trabajo ha sido premiado en países europeos tales como Alemania, Italia y España, así como en Estados Unidos. Alguno de los temas tratados en sus novelas son la medicina a través de la historia, la ética médica y más recientemente, la inquisición y la historia de la cultura judía.
Pofenas
11/1/2025
La novela es maravillosa. Sin duda, una de mis preferidas. Es la primera vez que la escucho, pues ya la había leído varias veces, y no puedo dejar de decir que me ha decepcionado profundamente el locutor. Es obvio que hay algunas palabras que no conoce, pero, cuando esto ocurre, espero de un profesional que se cerciore del modo correcto de pronunciarlas. Tal es el caso de filacterias, que por alguna oscura razón, pronuncia continuamente filacterías, sin prestar atención a la falta de tilde; o alharaca, que pronunció también con alguna jota o hache aspirada.
Miguel
22/12/2024
Lo leí con 17 años. Lo he escuchado 30 años después. Un gustazo
Irene
12/4/2023
Precioso, lleno de amor al prójimo, aventuras e historia
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