"Cada país tiene, como los individuos, una personalidad, caracterizada por algunas emociones que sobresalen. Algunas personas son más extrovertidas que otras, o más temerosas, o más envidiosas, o más resentidas. Yo no hablo de la personalidad de los colombianos ni de su identidad cultural. Prefiero hablar de arreglos emocionales, que es un concepto menos fuerte y más cambiante. En ese sentido, Colombia tiene unos arreglos emocionales específicos, que comparte con otros países de América Latina, pero que aquí, dada la difícil geografía y la falta de presencia del Estado, tiene manifestaciones particulares".
La rabia excesiva suele perjudicar al que la siente más que al ofensor y eso mismo pasa con otras emociones como el miedo, el resentimiento y la venganza. Los países, como las personas, también son víctimas de ese desafuero emocional, con lo cual, en todos los lugares del planeta se padece algo de eso. Pero en América Latina esas emociones han menoscabado más la convivencia social, entorpecido más la actividad política, dificultado más el logro de proyectos colectivos, frustrado más los objetivos de largo alcance.
Este libro es un ensayo sobre América Latina y también sobre el mundo actual, sobre sus logros y sus fracasos, sobre el desborde emocional que hoy vemos en la cultura y en la política y sobre el debilitamiento de las instituciones que nos podrían ayudar a evitar un eventual futuro trágico.
Aquí no solo se habla de tristezas. Siguiendo una tradición que viene del siglo XVIII, el autor postula, sobre todo en los momentos actuales, el rescate del sentimiento americanista y de la unidad espiritual del continente, en medio de su diversidad cultural y de la belleza inabarcable de su naturaleza.