Viktor E. Frankl, cuya primera crisis existencial le sobreviene a una edad tan temprana como la que tenía Mozart cuando compuso su primer minué, fue incapaz de no dejar su impronta en el siglo XX: el siglo del replanteamiento de todos los valores, de la vertiginosa aceleración de todos los procesos y de la decadencia de las costumbres sometidas a una constante manipulación cotidiana.
Con una extraordinaria capacidad de percepción, Frankl dedicó su vida exclusivamente a un pensamiento fundamental que, antes de él, parecía innecesario: que la vida tiene un sentido y que dicho sentido no es una imaginación nuestra, sino que realmente existe. Podemos, pues, aplicar a Frankl la famosa frase de Goethe: «En el principio era el sentido».
Rahudy
12/8/2024
Maravilloso
Li
6/6/2023
Tenía curiosidad por leer algo de Víctor Frankl por haber sido un superviviente de un campo de concentración. Me encontré con este libro que aunque interesante por la necesidad del sentido en la vida de un ser humano, me ha parecido muy técnico para mí que soy profana en temas de psicología y psiquiatría.
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