Las contribuciones reunidas en este volumen responden a la exigencia de pensar la inquietud como signo de nuestro tiempo, que la vive con una intensidad psicológica creciente en muchos frentes ―el último de los cuales es, sin duda, la pandemia provocada por la Covid-19.
Que la filosofía se ocupe de la inquietud se justifica sobradamente no solo por las inquietudes que jalonan la historia de la filosofía sino, sobre todo, porque en la atención y cuidado a que nos invita, concentrándonos y recogiéndonos, pero al mismo tiempo alterándonos, la inquietud proporciona un criterio decisivo de máxima relevancia existencial. En tal sentido, no sería exagerado afirmar que solo lo inquietante es verdaderamente importante.
En este volumen, un grupo de investigadores se esfuerza en mostrar que la fenomenología, en general, está bien preparada para abordar la inquietud como vivencia y experiencia páthica y de sentido. Sin embargo, no se trata aquí y ahora, tanto de señalar, profundizándolos, hitos concretos de lo inquietante ¬―tarea que quedará pendiente para aportaciones futuras―, sino de aproximarnos a la inquietud como tal, por sí misma, emblema de un compromiso existencial vivido con lucidez, antes de que múltiples saberes acudan a intentar "solventarla", en virtud del malestar que nos provoca.
Hoy, pensar la inquietud es, a todos los efectos ―descriptivos y críticos―, una exigencia de resistencia frente a las avanzadillas de un mundo feliz.